Por Pamela Álvarez Calderón B.
Existen días que uno bautiza como “uno de los mejores días de mi vida” o como “un día que nunca voy a olvidar”. Tengo esa sensación con el lunes 18 de diciembre del 2017.
<<<< R E W I N D <<<< Pipeline, dic 2017
Cuando uno viaja a ver un evento de CT tiene que saber que no hay fechas fijas. Los eventos se programan en una “ventana” de tiempo. Entre tal y tal día el evento debe empezar, correrse completo y terminar. Casi siempre esa “ventana” de tiempo es entre 10 y 12 días más o menos. En el 2017 que estuve en Pipeline, el evento se corría entre el 8 y el 20 de diciembre. Nosotros llegamos el 7, un día antes del inicio, y nos regresábamos el 20 tempranito. Así que para ver el evento completo, éste tenía que terminar máximo el 19. Y obvio que quería que eso ocurra, porque no me quería perder de nada, mucho menos la final. Entonces, ese año pasó lo siguiente:
El 8 de diciembre empezaron los trials.
El 11 empezó el main evento: se corrió gran parte del Round 1.
Del 12 al 15 fueron días off. 5 días seguidos que no se corrió.
El 16 se corrió lo que faltaba del Round 1.
El 17: se corrió todo el Round 2 y todo el Round 3.
Y siendo 17 de diciembre y faltando un montón de Rounds aun por correrse, yo ya tenía miedo de que, quizás, no terminaran el 19. Y si eso pasaba, me iba a perder la final y no quería que eso pase. Obvio.
Peeeeeeeeeero, tuve suerte y llegó el 18 de diciembre! El día feliz!
18 de diciembre de 2017: Ese día se corrió todo lo que faltaba del evento, fue un bombardeo de heats y de tubos y de show. Se corrió desde el Round 4 hasta la final.
Vi correr a Parko, a Italo, a Kelly, a Medina, a Jeremy, a Julian, a John John. Vi a todos estos monstruos meterse tubazos en Pipeline. Fue un día completo en la playa viendo el evento, desde las 8 de la mañana hasta casi las 5 de la tarde. Vimos la premiación, nos quedamos hasta el final, sacándole hasta al impuesto a ese gran día en la arena de Pipeline.
Y nos regresamos contentos a nuestro depa de Airbnb después del showsazo que nuestros ojos habían visto, pensando que ese día ya había sido un éxito total.
Cuando en eso, de pronto, recibo un WhatsApp:
“Pame! Hay un concierto en la noche en Waikiki, quieren ir? Puedo comprar las entradas ahorita. El concierto es de Donavon Frankenreiter”. Era Josfer! Sí, Josfer, mi amigo local peruano jaja.
———- ABRO PARÉNTESIS ———-
¡Donavon Frankenreiter me encanta! A Jose también. Lo escuchamos siempre, sobre todo en las mañanas mientras hacemos el desayuno. Tengo una asociación de su música con jugos de fruta, huevos revueltos y algo caliente mirando el mar, ya sea invierno o verano. Estar echados relax en algún sillón de la sala, sin hacer mucho, teniendo la suerte de tener el mar al frente. Su música para mí es sinónimo de relax y buena onda.
——– CIERRO PARÉNTESIS Y REGRESO A LA HISTORIA———
No podía creer lo que estaba leyendo. Mi amigo Josfer me estaba pasando la voz para ir a ver a Donavon Frankenreiter. Sí, en vivo. Sí, en Oahu, Hawaii! Era como un sueño hecho realidad. Obvio que le dije que sí. Y en un rato más, Josfer y Nadja estaban pasando por nosotros para ir al Blue Note.
Cuando me subí al auto, Nadja estaba tomando vodka que tenía en un tomatodo y me invitó. Y conversando y riéndonos fuimos del North Shore hasta Waikiki. Más o menos el trayecto se hace en 45 minutos o 1 hora aprox. Y entre conversa y conversa, el vodka se terminó.
Llegamos a Waikiki que es siempre súper iluminado, lleno de personas, tiendas, centros comerciales y hoteles. Luego de buscar donde cuadrar el auto, llegamos al Blue Note.
El Blue Note es una especie de pub, no muy grande, con un escenario pequeño y unas cuantas mesas. Un lugar íntimo para escuchar música en vivo como la de Donavon. ¡El lugar perfecto para su concierto!
Entramos y vimos gente en el escenario. Eran los músicos, se notaba que acababan de terminar la prueba de sonido y estaban terminando de acomodar sus instrumentos. Nos sentamos en una mesa súper cerca del escenario, aunque la verdad de cualquier lugar se veía perfecto. Cuando en eso, nos damos cuenta de que el mismo Donavon, bajaba del escenario y pasaba al costadito de nuestra mesa. Estaba con su típico sombrero. Nos miró, sonrió y nos saludó diciendo: “Hi guys!” Fue como…. O sea, no solo lo voy a ver tocar, también me ha saludado como si me conociera. Ya mi emoción estaba creciendo. Y el efecto del vodka que me había tomado en el carro, también.
Nos pedimos unos tragos. Recuerdo que Josfer se pidió una chela que se llamaba Longboard y le tomé la foto de abajo porque el nombre me pareció mostro.
Después de un rato, el concierto empezó. Y fue más paja de lo que jamás pude imaginar. Si han escuchado la música de Frankenreiter saben que es íntima, que conecta al toque, es relax, franca, con esa voz como rasposa. La banda y él sonaban increíble!!!! Se sentía una vibra alucinante en ese lugar, una atmósfera pajasa.
Y tomé varios tragos mientras sonaban todas esas canciones que había escuchado a través de un dispositivo en momentos de relax, como: Shine, Free, Big Wave, It don´t matter y tantas otras… Pero que ahora las escuchaba en vivo, a menos de 10 metros de la banda.
El concierto empezaba a calentar, el público estaba feliz y yo ya estaba en una revolución más alta que la del resto. Lo reconozco. Mis gritos y mis “wooowww” se empezaban a escuchar, digamos, un poquito fuerte jajaja (mis amigos con los que he juergueado alguna vez, saben a lo que me refiero). Y es que sientes esas ganas de pararte y de bailar y de expresar toda esa buena onda que estás recibiendo.
Y empezó a sonar What’cha Know About…. que me encanta porque tiene una parte con la armónica como protagonista que es ufffffff y me quería parar para mover un poco el cuerpo, pero el plan del lugar era un poco más tranqui que el de esta peruana empilada con vodka y con otros tragos y se acercaron los amigos del local a sugerir que mejor me quede sentada jajaja. Es decir, creo que empezaba a hacer roche.
Y el concierto siguió fluyendo lindo y ya no tengo recuerdos tan claros desde este punto jajaja.
Solo que fue una noche bravaza. Solo que ya estábamos en el auto de regreso y paramos a comprar algo grasoso para comer porque nos moríamos de hambre. Y que en ese viaje de regreso hablé inglés fluidamente como nunca antes y tonterías también. Y que nos reímos muchoooooo!
Tengo que decir, para terminar, que luego de ver el final day del PipeMasters desde la arena de Pipeline y de ver en vivo a Donavon Frankenreiter, con juerguita incluida, ese día lo recuerdo como “un día que nunca voy a olvidar” (aunque haya olvidado algunas partes producto del vodka y otros licores que entraron en mi cuerpo jajaja). Tengo que agradecerle a Josfer por haberme llevado, a Nadja por el vodka del camino jaja, a Jose por ser mi compañero de aventuras y a la vida por dejarme vivir días como ese 🙂
Nos vemos el próximo jueves, chau!
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